Esta fórmula de aprendizaje social, tan antigua como nuestra existencia, viene a hacerse cargo de una situación reiteradamente planteada en las organizaciones. Aunque la lógica nos lleve a pensar que las compañías son las personas que las constituyen, estas creaciones humanas tienen identidad propia. Para algunos esa identidad está reflejada en la cultura organizacional y para otros en la estructura del sistema y ambos tienen razón, porque esos elementos son facilitadores y/o inhibidores del aprendizaje de la empresa.
Los roles que desempeñamos en la compañía son funcionales a esta construcción tan particular que llamamos organización, esto quiere decir que hay ciertas expectativas que debemos cumplir para que se mantenga la manera habitual de hacer empresa y este proceso ocurre sin que seamos totalmente conscientes del mismo. Asimismo, las organizaciones cuando abordan explícitamente cuestiones relacionadas con el aprendizaje, lo hacen basándose principalmente en el supuesto de que aprender es un proceso individual, que tiene un principio y un final, que es mejor separarlo de nuestras restantes actividades y que es el resultado de la enseñanza.
Tal es así como las compañías contratan programas destinados a desplazar los modelos mentales de los ejecutivos para que instalen un nuevo estilo de conducción y después vemos que esos programas producen increíbles cambios en la manera de vincularse con sus familiares y con sus amigos, pero no llegan a producir cambios en la empresa.
Comunidades de Práctica es una teoría del aprendizaje social, que por fin viene a dar una respuesta original al problema reiteradamente planteado. Se trata de una nueva forma organizacional que está emergiendo en las compañías comprometidas con el aprendizaje. Son grupos de personas que comparten una inquietud o una pasión por algo que ellas hacen y que interactúan regularmente para aprender cómo hacer eso mejor. Los miembros de una comunidad de práctica, inevitable y libremente, comparten el conocimiento, generando nuevas y creativas maneras de resolver problemas.
No es una nueva moda gerencial, sino la invitación a aplicar inteligentemente la fórmula de aprendizaje más probada por el hombre. De hecho, fueron nuestra primera estructura social basada en el conocimiento; cuando vivíamos en cuevas, reunidos alrededor del fuego, y aprendíamos juntos las estrategias para arrinconar a las pre- sas, o descubríamos cuáles eran las mejores formas para las flechas, o las virtudes medicinales de las plantas silvestres.
Desde ese entonces, hemos participado, y muchas veces sin saberlo, de innumerables comunidades de práctica, tales como: una tribu aprendiendo a sobrevivir, una banda de músicos buscando nuevas formas de expresión, una agrupación de alumnos definiendo su identidad en la universidad, una red interconectada de cirujanos buscando nuevas técnicas quirúrgicas, un grupo de gerentes de primera línea aprendiendo sobre el impacto de las nuevas tecnologías y previendo los cambios que originarán en su mercado.
Si bien, las comunidades de práctica se forman naturalmente, cuando nos referimos a las organizaciones es ne- cesaria una actitud más proactiva y sistemática para lograr su desarrollo e integración dentro de la estrategia.
Conclusión
Una bocanada de aire fresco está llegando a las compañías comprometidas con el aprendizaje. Para este uni- verso de empresas en expansión, comunidades de práctica promete radicalmente extender el fluir natural del conocimiento compartido y hacer que el cambio produzca resultados.
Una comunidad de práctica es un grupo de personas informalmente integradas por una inquietud o por la pasión de un proyecto conjunto. Puede que las personas en las compañías se integren a ellas por variadas razones; para responder a los cambios en el mercado o para encontrar nuevos desafíos cuando cambian las estrategias, pero no importan las circunstancias que hace que las personas se integren, lo importante es que sus miembros inevitable y libremente comparten el conocimiento, buscando creativamente cómo resolver problemas.
La paradoja para la construcción de comunidades de práctica es que, aunque sean auto-organizadas y resistentes a la supervisión y a todo tipo de interferencia, ellas demandan específicos esfuerzos gerenciales para su desarrollo e integración en la organización. Recién cuando se haya superando este aspecto crítico, las comuni- dades de práctica podrán integrarse completamente al paisaje de la compañía.
Autor: Horacio Cortese, Coach, miembro del staff de facilitadores de Business Coaching School®
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