Por: Juan Diego Salinas.
Es un vocablo derivado del latín, del verbo resilio, que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar y rebotar. Ese término fue adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas, que a pesar de nacer y vivir en situaciones de riesgos, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos. (Rutter, 1993).
La resiliencia es la capacidad que tenemos los seres humanos para afrontar las adversidades, alcanzando un estado de equilibrio emocional y buscando en lo posible salir fortalecidos, transformados y optimistas. Las personas resilientes van un paso más allá y utilizan las situaciones negativas para crecer y desarrollar su máximo potencial a través de lo que se conoce en el proceso esencial del coaching ejecutivo como la “autoconciencia”.
Hay muchos acontecimientos que nos pueden llevar al límite, interfiriendo y provocando dudas acerca de nuestras fuerzas para sobreponernos y seguir adelante. Emerge entonces que formulemos la siguiente pregunta: ¿Debo rendirme?
Resiliencia significa volver a nuestro estado natural, a lo que se conoce en el coaching ontológico como el “fluir transparente de la vida”. Imagina un hierro que durante un movimiento sísmico tuvo que soportar un desdoblamiento muy fuerte para sostener la estructura de la edificación. Al final del movimiento pudo resistir y regresar a su estado inicial, sin causarse daños graves. En el ámbito laboral podríamos precisar que es una habilidad para recuperarse de la crisis, o para absorber el estrés y preservar su lucidez, así como desempeñarse en un ambiente de riesgo organizacional. Además, permite identificar oportunidades en momentos caóticos y utilizarlos de manera estratégica para evitar frustraciones.
Esta herramienta brinda la capacidad para adaptarse y recuperarse de los cambios bruscos en las
organizaciones, en entornos inciertos y volátiles, en donde se torna esencial la aplicación de un estilo de liderazgo con estas características.
En los equipos de trabajo permite comprender que lo que sucede es una realidad transformable, que aquella situación que percibes como amenaza puede sortearse con soluciones creativas colectivas. Busca el apoyo en otras personas que posean recursos útiles. Ofrece una concentración para identificar las habilidades y no centrarse en el problema y sus consecuencias.
Los colaboradores que poseen esta particularidad son más comprometidos y perseverantes en sus acciones, utilizan constantemente la introspección (arte de preguntarse a sí mismo), son independientes en sus decisiones y no ceden a presiones. Poseen una alta capacidad para relacionarse a través de su buen humor y positivismo. Toman generalmente la iniciativa y mantienen la transparencia y probidad en sus actos.
Sin embargo, Zaldivar (1996) afirma que “al igual como existen ambientes que promueven conductas positivas y condiciones propicias para la resiliencia, existen entornos que generan gran tensión en las personas y dificultan su normal desarrollo”. Este contexto se traduciría en una baja productividad para la organización, una alta rotación del personal y ausentismo voluntario.¿Conoces un ambiente similar?
Recuerda que después de la tormenta llega la calma y los tiempos de crisis se convierten en oportunidades para innovar y crear. “Las dificultades preparan a personas comunes para destinos extraordinarios.” C.S Lewis.
Referencias:
- Kotliarenco, M., & Caseres, I., & Fontecilla, M. (1996). Estado de Arte de la Resiliencia. Centro de Estudios y Atención del niño y la mujer. Washington: CEANIM. OPS
- Melillo, A., & Suárez, N., (2001). Resiliencia. Buenos Aires: Paidós
- Zaldívar. D. (1996). El conocimiento y dominio del estrés. Ciencia y Técnica
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