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Mejor lo hago mañana

Tiene en mente esa declaración de impuestos que sabe que debe ser realizada hoy o le causará problemas más adelante, sin embargo algo en su interior le lleva a postergar la tarea y como era previsible se convierte en un problema. Pues no está solo, procrastinar, que es como se conoce a esta conducta, es muy común.   
 
La palabra procrastinación deriva de los vocablos en latín pro que significa “delante de, a favor de” y crastinus, que significa “del día de mañana”, dejamos de forma consciente las cosas que tenemos que hacer aún sabiendo que las consecuencias de no hacerlo no nos van a gustar o nos van a causar más problemas.

El problema es que esta conducta nos suele mantener en estrés permanente, la productividad se ve disminuida al tener esos “pendientes” en mente, y es posible que al dejar todo para último minuto no hacemos las tareas explotando todo nuestro potencial.

El origen de esta conducta, según los últimos estudios en psicología del comportamiento, está relacionado principalmente con tres factores:

  • Expectativa Las actividades o tareas que realizamos requieren de un grado de “autoconfianza” sobre nosotros mismo, lo que Martin Seligman llama: la impotencia aprendida; es decir vemos que no estamos preparados para realizar la tarea o estamos muy preparados, falta de confianza o exceso de confianza es uno de los factores por los cuales dejamos de hacer las cosas.
  • Valoración Toda acción humana causa una transacción interna, un cálculo personal si el valor que vamos a recibir es equivalente o mayor que el valor que tenemos que entregar, así si tenemos que ir al gimnasio calculamos si el resultado que esperamos vale el sacrificio que debemos realizar, el tiempo que le tenemos que dedicar, las cosas que tenemos que dejar de hacer por ir al gimnasio. Este cálculo interno es individual, es decir solo el sujeto puede entenderlo.
  • Demora de la satisfacción El tiempo en el que va  a recibir la recompensa por su sacrificio también es importante, mientras más lejano se vea la recompensa es menos motivador ponernos manos a la obra, preferimos las recompensas que llegan pronto.


Estos tres elementos interactúan creando la motivación para realizar nuestras tareas, es así que a manera de ejemplo una persona que debe realizar la declaración de impuestos sienta que esta es una tarea ardua para la cual nos sentimos incompetentes, la valoración puede ser alta sobre todo por las multas que dejar de hacerlo puede causar y la satisfacción puede ser cercana una vez realizada la declaración, así una de los factores nos puede llevar a postergar la tarea a pesar de que estamos conscientes de las consecuencias.

Piers Steel, psicólogo estudioso de la procrastinación, incluye un factor adicional, el factor impulsividad, ese modo de comportamiento en que no existe reflexión ni cautela, quien actúa de forma impulsiva se deja llevar por impresiones o impulsos. Es muy probable que quienes somos impulsivos tendamos a procastinar, enfocamos nuestras acciones en actividades que nos van a dar recompensas en el corto plazo y dejamos las que van a tomar más tiempo para después.

La solución llega por tomar conciencia que estos factores, expectativa, valoración y demora en la satisfacción, son la base para tener una agenda clara de prioridades, definiendo las metas u objetivos en categorías como: urgentes, no urgentes importantes, no importantes. El tiempo que se tome para hacer este ejercicio se verá recompensado con mejores resultados y menores niveles de estrés. 

Oswaldo Toscano, director de Business Coaching School®. www.businesscoachingschool.com 

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